Desvaríos ligeros y otros más profundos

29 de enero de 2015

Nubes

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'¿Cuántas veces al día miras al cielo?', los ojos pardos de mi padre se iluminan con los últimos rayos del ocaso. 'Muchas, de cinco a siete. Aprovecho el camino siempre', le contesto y sus párpados caídos parecen sonreírme.

Miro al cielo cuando la gente me aburre. Los nuevos y los de siempre son personas, pero en el firmamento hay cosas que nunca podré tocar. Volveré a atravesarlas en aviones, las observaré de cerca desde lejos con un telescopio quizás, mas no podré palparlas, ni guardar un poco de ellas para extrañarlas luego. Son distantes, son enormes, no son nuestras, pero también son de todos.

Uno de mis pasatiempos favoritos del verano es mirar el cielo despejado. Pocas veces Lima tiene un techo celeste pintura de restaurantes barato hermoso, pocas veces la gente se detiene a mirarlo. Pocas veces la gente se detiene.

Me gustan las nubes ligeras, que se desenvuelven como copos de algodón estirados y finos. Me recuerdan a las hilachas de algodón de azúcar que se forman en las tinajas metálicas giratorias a las que se les va echando gelatina de sobre para producir dulces que irán directo a la boca de niños golosos, o en su defecto, a sus cachetes. Mi padre me compraba algodón de azúcar fucsia cuando visitábamos el zoológico. Recién me doy cuenta de que ha sido el único lugar que siempre recorrimos solos él y yo. Recién me doy cuenta y se me escapa un latido fuerte cuando noto que muchas de las fotos que tenemos junto a mi madre fueron tomadas allí. Tal vez es su forma de recordarla. Hace mucho no vamos al zoológico, papá. Hasta al cementerio vamos y ya no vamos a ver a mis monos y a la jirafa, ¿seguirá viva?

El aire se lleva las nubes, las deforma, les vuelve a dar forma y las mueve frente a mis ojos. Es un espectáculo solo para conocedores y ociosos que se ponen audífonos para mirar hacia arriba.

Gracias al cielo el cielo no tiene dueño y es de todos al mismo tiempo. Son las 4 y puedo ver la Luna. Parece una lentilla de contacto... la lentilla de contacto de alguien gigantesco. ¿Quién habrá dicho que parece un queso? Idiota. Las nubes tapan la Luna, el Sol se mueve, mis lentes no bastan para evitar su reflejo. Vuelvo a mirar al suelo porque me sigue aburriendo esta gente.