Desvaríos ligeros y otros más profundos

22 de diciembre de 2013

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¿Qué haces cuando ya no tienes a nadie? No, no tengo diario, este blog a veces me sirve de pañuelo y otras de lienzo, y hoy me toca cubrirlo de mocos y lágrimas. Espanto a la gente que me quiere, y a la que no espanto, esa se me va. Tal vez he hecho algo muy malo inconscientemente y por eso estoy así. La vida es más injusta con los que le pedimos a gritos que sea distinta, ¿no? Parece.

Aunque sea una palabra de consuelo, una solamente, pero no. Ya no hay nadie, todos sufren por igual y no los voy a cargar más con mi dolor, bastante han de tener con los suyos. Pero ya no hay un hombro donde recostarme. Dormiremos mis recuerdos, mis visiones y yo sobre alguna piedra lo suficientemente grande como para albergarnos. Dormiremos porque es agotador ser optimista y ya no tengo fuerzas. Despiértenme el próximo año.

Mueras o no, no quiero que sufras. Pero yo no mando en el mundo y no puedo hacer más que tomar tu mano y decirte que todo estará bien.

Estaré bien.