Desvaríos ligeros y otros más profundos

2 de agosto de 2014

Pequeñas olas

Posted by with No comments
Hoy no es un día feliz, aunque algo de bueno debe tener además de que mi prima ya terminó su avance de tesis y de que yo limpié la casa. Mi estancia aquí se acorta. Ya extraño Lima y a aquellos a quienes quiero ver... no sé si querrán verme ellos a mí, pero nací jodiendo y me tendrán cerca. Esta vez la melancolía no la causan ellos. Esta suerte de ataques de tristeza pasajera me asedian raras veces desde que tengo recuerdos. Sin embargo, no me hacen daño. Es más, creo que sin ellos no sería yo, creo que no sería nadie. Todavía sigo sin ser alguien, pero me contento con mi cabeza tranquila. Han sido días interesantes, de muchas vueltas, música, mar y gente. Algo de cerveza también hubo. No sé por qué la gente se escandaliza. No sé por qué los humanos tratamos de hallarle una explicación a todo cuando hay cosas que no la requieren. Ahí va la nostalgia. Ahí siguen las pequeñas y silenciosas olas. En invierno hay arena en ese puerto en el que bailé. No volveré hasta quién sabe cuándo, mas regresaré así sea solo para tumbarme frente a esa gran masa de agua que me hipnotiza. Si miro el océano mucho tiempo, con la voz idónea en mi oído derecho comienzo a llorar. Exacto, llorar también es algo que hago desde que tengo recuerdos.
Los rayos solares caen directamente a donde estoy. Me gusta cuando la naturaleza me sorprende así. Es como si se esforzara en llamarnos, en jalarnos a un lado para sacudirnos de las mismas idioteces masoquistas que nos oprimen y para que podamos, sea tarde o temprano, notar qué estamos haciendo mal. Tal vez no lo hagamos a la primera ni al millonésimo intento, pero los intentos cuentan. Tenía miedo de ser yo. Me había construido una coraza cómoda que me era suficiente para hacer sentir bien a los demás. Mas yo no era feliz, aunque pretendiera serlo. Ahora tomo aire y estoy lejos. Y voluntad nunca me ha faltado.