Desvaríos ligeros y otros más profundos

4 de octubre de 2012

Posted by with No comments
Dedos helados, el corazón estrujado y una mueca torcida. El vacío vuelve ocasionalmente. No soy la única que lo ha sentido. Estás vacío, pero en paz, es un vacío que no necesitas llenar. Pero quieres. ¡Dispárame! Dispárame algo de vida, levántame con una sonrisa porque a veces yo sola no me puedo parar. Algunos nacemos con la inhabilidad de bloquearnos y quedar así: vacíos. No porque nuestros sentimientos desaparezcan, lo he descubierto y no es así, es solo que dudamos si actuar o no hacerlo para no joderla más. La paz viene por otro lado. Quieres hacer como si todo fuera normal. ¡Dispárame! Dispara una palabra, sacúdeme o deja que el aire me asfixie desde adentro como en mis más horrendas pesadillas. Oh, mundo, levántame o al menos haz que el suelo sea más suave, no tengo problemas en quedarme aquí si no me dejas alzar la cabeza y reivindicarme. Pero te advierto, mundo, mundo, maldito desleal, que cuando me pare sin tu ayuda mi corazón estará rasgado, mi piel un poco herida y no podré volver a mirarte igual. Mundo, he visto tan poco de ti que aún te quiero, pero, vamos, ¡dispárame! ¿A dónde vamos? Lo que veo ya no es humano, ellos pasan y pasan sobre mí. Me he fundido con el pavimento  en la más gris de las tardes.