Desvaríos ligeros y otros más profundos

1 de noviembre de 2014

Eres libre de llorar y no tienes que secar tus ojos

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Aunque no tenga idea de mi existencia, siento algo especial cuando escucho a John Frusciante. Hay una bonita canción suya, tan bonita que merece un buen post, no como este, en el que solo estoy tomando como punto de partida el verso del título de esta entrada para 'dejarlo salir', como siempre.


Una lágrima salada puede provenir de los sentimientos más dulces o de los más amargos, de los más bajos o de los más sublimes. Lo sé bien. Ya aprendí.


Antes eran la única salida, eso de que llorar no alivia nada es falso. No solucionan la vida, pero puedes desahogarte y, si estás en el hoyo, sentirte un 1% mejor es mucho.


Antes para mí eran casi un pasatiempo, no porque hubiera disfrutado hacerlo o porque me hubiera vuelto una experta, sino por la regularidad con la que ocurría. Creo que he envejecido un poquito, ya puedo reprimirlas, las siento hervir en mis glándulas hasta que solo esté yo o con alguien a quien le importo.


Por alguna razón, detener sus cursos húmedos no me hace sentir más fuerte, solo ligeramente mayor. Si eres una nena de 4 años nadie se va a detener a mirarte si lloras en una plaza, pero cuando ya tienes casi 20 las cosas cambian. Solo no quiero acostumbrarme a no llorar. Le haré caso a Frusciante.


"You're free to cry and you don't have to wipe your eyes", Ascension-John Frusciante